
A menudo en nuestras conversaciones podemos escuchar o decir “he pasado muy mala noche”; “me he levantado muy cansado/a”; “no he dormido nada”. Cuando hablamos de alguna dificultad para conciliar el sueño o quedarse dormido, nos referimos al insomnio.
Es muy común que muchos de nosotros podamos pasar por estos episodios durante nuestra vida, donde el sueño se ve interferido por distintos factores, pero no hay mayor riesgo cuando al cabo de unos pocos días volvemos a recuperar nuestro ritmo de sueño habitual. El problema radica cuando estos episodios se vuelven repetitivos y recurrentes convirtiéndose en un trastorno psicológico.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V por sus siglas en inglés) incluye el insomnio en los trastornos del sueño y lo define como una predominante insatisfacción por la cantidad o la calidad del sueño asociada con la dificultad para iniciar o mantener el descanso, que se caracteriza por despertarse frecuentemente o por experimentar conflictos para volver a conciliar el sueño después de despertar. Por ejemplo: despertar muy pronto por la mañana con incapacidad para poder dormir.
Síntomas del insomnio
Factores de riesgo del insomnio
¿Qué pasa en mi organismo cuando no logro dormir?
El insomnio puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, el sexo, o la raza y sus efectos son altamente nocivos para la salud física y mental. Largos periodos de insomnio aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas, diabetes, convulsiones, accidente cerebrovascular, ataques de asma, obesidad, presión arterial alta y sistema inmunitario débil. Además, la persona que lo padece está en un alto riesgo de sufrir un accidente, disminuir su rendimiento escolar y/o laboral, disminuir el deseo sexual y pérdidas frecuentes de memoria.
Tener dificultad para conciliar el sueño también afecta significativamente nuestra salud mental, y la persona que lo padece puede estar en riesgo de sufrir alguna afección. El tiempo que permanecemos despiertos, sin poder dormir, conlleva a una sobrecarga de pensamientos, que lo conducen a un estado de ansiedad. Lo mismo puede suceder con el estrés, pues mantener un estado de alerta prolongado, sin alcanzar un sueño efectivo y reparador afecta los niveles de cortisol en nuestro organismo, la hormona que nos mantiene activos, responsable de prepararnos para huir o luchar e incrementa el ritmo cardíaco.
Por otro lado, cuando el insomnio persiste y los síntomas van en aumento hasta el punto de empeorar, las personas tienen un alto riesgo de padecer depresión, ya que las consecuencias de la falta de sueño afectan en gran medida la vida de quien lo padece. Dejan de participar y disfrutar de las actividades que anteriormente eran placenteras, debido a la falta de entusiasmo por el cansancio, sus relaciones interpersonales se ven afectadas y disminuye el rendimiento en sus actividades.
Tratamiento del insomnio
Son muchos los recursos y métodos que utilizan las personas, bien sea por consejos de un conocido o sugerencias de alguna noticia por algún medio de comunicación. Llevar un estilo de vida saludable, hacer yoga o practicar meditación son uno de los métodos mayormente utilizados, ya que llevan al cuerpo y la mente a un estado de relajación y desconexión total.
Reducir el consumo de café, evitar practicar alguna actividad física que requiere de mucho esfuerzo cerca de la hora de dormir, también es recomendado, así como reducir el uso de pantallas y no automedicarse. Es muy importante llevar un seguimiento de nuestro ritmo y horario de sueño, además de estar atentos para identificar algún síntoma. Si detectamos alguna señal de alerta, es necesario realizar la visita de manera inmediata a un psicólogo especialista para la evaluación y el correcto tratamiento.